Básicamente cuando nos encontramos con uno tenemos, descartando el uso de la labia, dos opciones...
a) Destrozarle. Aunque tuvieras en cuenta que en las películas "viven" tras una paliza y cinco tiros en el pecho, dudo que en la vida real puedan moverse tras la primera paliza, no son indestructibles.
Lo ideal para esto es tener una complexión acorde a la necesidad del momento, es decir, si tienes que matar a un zombie con una raqueta de tenis necesitarás tener más fuerza que para matarlo con un cuchillo (sí, tener una pistola lo facilita todo, pero a ver de donde la sacas) así que, ya que aún tienes la oportunidad de entrenarte, mejorando tu estética ya de paso, es recomendable hacerlo ahora que tus preocupaciones son poco más que académicas.
b) Huir. Este es el momento en el que le agradeces a tu profesor de educación física los minutos que se hacían tan largos corriendo para aprobar la asignatura.
El precio de las clases de atletismo no es muy elevado, y apuesto a que tampoco se te había ocurrido la idea de empezar a practicar el parkour (te aseguro que saber saltar una valla sin reventarte los sesos contra el suelo es increíblemente útil). También te ayudaría saber abrir cerrojos, hacer un puente en el coche de tu vecino... Escapar no es fácil, pero es menos peligroso que acercarte a ellos, sobre todo cuando no se pueden contar con los dedos de una mano, ¿no?
Durante algún tiempo me dedicaré a redactar consejos útiles en nuestro supuestísimo apocalipsis tales como armas útiles que puedes encontrar por casa, como asegurarte de que tu casa sea segura, 100 maneras distintas (con planos incluidos) de matar un zombie... Tendréis para rato.
